sábado, 9 de julio de 2011

América también tenía su cosmovision...

Hace dos mil años comenzaron los movimientos migratorios guaranies, los cuales estaban divididos en dos familias lingüísticas los tupí guarani y los karaivé guarani, eran un sin fin de pueblos que podian entenderse por el mismo origen lingüístico, nunca conformaron una unidad política, sólo formaban alianzas contra enemigos cisrcunstanciales o para la caza de una presa grande.
Cada familia era un fuego que constituían un tevy, bajo la dirección de un ñanderú, según la leyenda de la creación Ñandevurusú, había construido el sostén de la tierra trayendo el eterno palo cruzado frente al naciente y comenzó la gestación de la tierra…
Sin un poder central que los uniera, los grupos familiares se instalaban en un lugar durante 5 o 6 años, del cual partian buscando la tierra sagrada y en busca de nuevos lugares para rozas donde cultivar el maíz eterno, alimento del indio americano.
Juntos cortaban la maleza, derribaban los árboles, los dejaban secar, les prendían fuego y esparcían las cenizas que servirían como fertilizante. La siembra se iniciaba con ceremonias rituales, cantos y danzas al ritmo de las maracas. En algunas parcialidades danzantes con máscaras de madera, que representaban a los antepasados muertos, bailaban para asegurar la fertilidad de los campos y una buena cosecha. Recién entonces, con una estaca de madera dura o de piedra, las mujeres abrían hoyos y trazaban los surcos donde poner las semillas en el caso del maíz y las ramas cuando se trataba de la mandioca.
Desde tiempos inmemoriales tostaban ligeramente las milagrosas hojas del Kaa y las masticaban durante sus andanzas y correrías para tener mas vigor. También las maceraban en agua fría dentro de una pequeña calabaza para absorberla con una pequeña tacuara. Era el tereré, antecesor directo del mate criollo.
Hasta bien entrado el período hispánico la yerba mate no se obtuvo mas que en forma silvestre y en su habitat de origen: al noreste del Paraguay Oriental hasta las zonas vecinas del Mato Grosso, al norte del río Apa y al este del Paraná. La recolección se hacía de febrero a mayo cuando las hojas estaban bien verdes y los frutos casi maduros. Las ramas cortadas se tostaban ligeramente sobre el fuego y luego se molían en un mortero.
Nadie estaba ocioso en una aldea guaraní. En los momentos de descanso los hombres no rehuían las labores artesanales: trenzado de cestos de paja, fabricación o reparación de las armas tradicionales: arcos, flechas, mazas de madera dura o piedra, jabalinas, etc. Reunidos a la sombra de los árboles bajo el sol de la siesta o alrededor del fuego en las noches estrelladas, los mas elocuentes contarían las historias, mitos y leyendas que han llegado hasta nosotros.
Casi todos los guaraníes andaban completamente desnudos, adornados con penachos de plumas, collares de huesos, dientes y garras de animales salvajes. Los hombres usaban tobilleras y muñequeras echas por sus mujeres con mechones de su propio pelo entretejido. Era mas lo que se adornaban que lo que se vestían.
Hacia los doce años los varones y las jovencitas después de la primera menstruación, se integraban a la comunidad tribal. Pero antes debían pasar por los ritos de iniciación: grupal en el caso de los muchachos y particular en el de las mujeres. Con ligeras diferencias entre las tribus la iniciación consistía para los varones en la perforación del labio inferior con un punzón de madera o asta de venado, para colocar el tembetá, trocito de piedra, madera, metal o hueso que demostraba su entrada en la adolescencia y su pertenencia a la tribu, siendo el distintivo de su identidad.
Dentro de este contexto místico-religioso es que debemos ver el rito de la couvade, practicado por casi todas las culturas amerindias, según el cual el futuro padre, al igual que su mujer, debe abstenerse de todo trabajo pesado, practicar ayunos y otros ritos, desde unos días antes y después del parto. Mas allá de la interpretación tradicional de ahuyentar a los espíritus malos, esta costumbre tiene un profundo significado: facilitar a los padres el encuentro con ese nuevo ser que vendrá al mundo concentrando en su llegada todo su pensamiento, sin distraerse en prácticas cotidianas.
En cuanto a los ritos funerarios, estaban ligados a la creencia en la otra vida que se iniciaría en la Tierra sin Mal, a la que algunos privilegiados podían llegar sin morir. Múltiples hallazgos arqueológicos han comprobado la costumbre de enterrar a los muertos en grandes ollas de barro colocando dentro el cuerpo bien ligado y envuelto con cuerdas de algodón.
La religiosidad se expresaba ante todo a través de la palabra hablada y cantada. El lenguaje, función primordial del alma humana, no era solo el medio para comunicarse entre los hombres sino principalmente para comunicarse con la Divinidad.
Lo original de la religión tupí-guaraní es identificar el concepto alma con el concepto palabra y todo lo que esto implica en cuanto a la valoración del lenguaje como medio de comunicación con lo sobrenatural y con el propio perfeccionamiento. Idea central en los textos rescatados por etnólogos y antropólogos, es demostrar que la función primordial del lenguaje formado de "bellas palabras", es la comunicación con los dioses, "los situados encima de nosotros". El vocablo ñe’e designa al mismo tiempo a la voz, la palabra y el alma, es decir, lo que en el hombre es divino e imperecedero. La muerte es la pérdida de la palabra. y las "bellas palabras" -ñe’e porä- son el equivalente de la sabiduría y la santidad.
Otro rasgo de la mitología guaraní, presente en casi todas las etnias y culturas de América son ciertas características animistas presentes en los llamados "dueños" del mundo animal y vegetal y la vigencia constante de la naturaleza en los mitos y en la vida.  Frente a la cosmovisión intelectual de Europa, América ofrece su propia cosmovisión donde las fuerzas de la naturaleza, juegan un rol fundamental.

1 comentario:

  1. Elaine. Te felicito por tu inquietud. Al leer estos textos tomo conciencia de que tenemos como exámenes sin aprobar, el hecho de saber más sobre estas magníficas culturas.

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